viernes, 16 de abril de 2010

Listillismo: origen, naturaleza y límites

R&D regresa de sus vacaciones de ministro con la maldad intacta, maldad que es a la vez causa, motor e idea regulativa de este rinconcito. Seguimos investigando en los vericuetos del alma humana y hoy nos vamos a dedicar al análisis sobre el origen, el alcance y los límites del listillismo.

¿El hombre es listillo por naturaleza? ¿Es la sociedad la que corrompe la esencia pura y benévola del alma humana abocándola al listillismo? ¿Cómo es posible que los hombres convivan en una sociedad compuesta de espíritus esencialmente listillos? ¿No sería más riguroso decir que fueron las condiciones de vida, las exigencias que implica el tener que sobrevivir, las presiones impuestas por la ambición, las necesidades, la competitividad para poder ser alguien que se destaque las que hicieron que las almas traicionaran su naturaleza y se volvieran unos putos listos?

Muchos son los interrogantes sobre su origen. Se pretende a través de estas cuestiones determinar si el listillismo es una capacidad innata y/o consustancial al ser humano o, por el contrario, se trata de una característica adquirida, aprendida socialmente o, si lo prefieren, una estrategia adaptativa.

Partimos de la hipótesis de que en el listillismo podemos distinguir componentes tanto genéticos como ambientales. De esta manera, aunque puede haber una mayor o menor predisposición innata (instintos listillistas), serán los factores adaptativos los que definirán este elemento esencial del alma humana.

Como buenos materialistas que somos, situamos la génesis del listillismo en la división social del trabajo. Así la progresiva especialización dio lugar a listillos en diferentes ámbitos de conocimiento. De esta manera, gafotas de todas las disciplinas competirían en lo sucesivo por ganar el prestigio social.

En las sociedades primitivas, los primeros listillos de la historia serían los sacerdotes, aquellos que pretendían consitiuir el vínculo entre los hombres y los dioses. Que alguien se proclame el elegido de dios demuestra que, en efecto, no se puede ser más listo.

Poco a poco, las sociedades fueron evolucionando desde las de sociedades tribales (en las que los jefe de los clanes y los sacerdotes se erigirían como listillos) hasta sociedades más organizadas, las primeras civilizaciones teocráticas donde el listillismo (religioso, político y militar) que se concentraba en una sóla persona. Paralelamente a la evolución de las formas de organización estatal, desde modelos esclavistas y feudales hasta llegar al estado moderno, las formas de listillismo han ido evolucionando y diversificándose progresivamente de manera que, actualmente, podemos distinguir una amplia tipología de listillos.

Nos vamos a detener en nuestro análisis en el grado sumo de listillismo, materializado por aquellos que hemos dado en denominar los pontífices cuyos privilegiados talentos listillistas son capaces de acuñar opiniones que elevan a la categoría de dogmas innegables, gracias a su infalibilidad. Se trata efectivamente de lo que coloquialmente conocemos como el listo que todo lo sabe!

Y de la misma manera que la filosofía, a partir de las aportaciones de las ciencias y de otras disciplinas, pretende realizar una síntesis global acerca de la realidad en todas sus dimensiones, el listillismo pontificio versará sobre todo ámbito de conocimiento humano pero con una particularidad esencial, a saber,que la auto-proclamada infalibilidad del pontífice no se corresponde con sus conocimientos efectivos.

Todos conocemos a algún pontífice. Son aquellas personas con las que puedes estar discutiendo hasta la extenuación (e independientemente del campo temático del que se trate). El orgullo te lleva indefectivamente a la Wikipedia y cuando finalmente exhales un aliviado "lo sabía" y, desatando al listillo que llevas dentro, le envías un link por email con el que pretendas dar por zanjada una discusión, la respuesta que obtendrás de una autoridad pontificia será: "pues lo que yo decía".

Pero no nos equivoquemos, todos somos listillos en mayor o menor medida y, en la búsqueda de la perfección listillista, nos especializamos; algunos se hacen maestros, y otros tienen hijos, pensando que los niños se lo creerán todo. Craso error, locos incautos! Acabarán por descubrir aterrados que los niños constituyen un listillo sin matices; son puro instinto, no conocen límites, tratan de imitar los modelos de listillismo que observan en los adultos pero lo hacen de una forma comparable a las explicaciones mitológicas de la realidad y, en no pocas ocasiones, con un dogmatismo similar al del pontífice.

Con todo lo expuesto, esperamos que le sirva para identificar qué tipo de listillo es usted y le ayude en la ardua misión de llegar a convertirse en el listo que quiera ser.

Dejamos para la exégesis de los comentaristas el tema de los límites del listillismo.
Respondan ustedes mismos a las cuestiones planteadas por uno de los listos más célebres de la filosofía: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué debo hacer? ¿Qué cabe esperar?

2 comentarios:

pol pot dijo...

Muy ferlosiana... yo soy el listillo que leyó "Mientras no cambien los dioses nada habrá cambiado"... El listillo ese es el el Kant?? Ya sé que estoy entrometiéndome donde no sé, pero no soy capaz de imaginarme a ese tipo como a un Sánchez Drago cualquiera....
fackin:...ya les vale a los jodidos estos

Pablo dijo...

sobre la entrada anterior:
una versión más ligera de esta excelente exégesis en el último episodio de How I Met Your Mother (s05e19). Descarga:
http://www.mediafire.com/?wzhdtmjynnh